sábado, 12 de junio de 2010

LITURGIA, UN RECORRIDO POR EL TEMPLO

Hablar hoy de Liturgia, es una necesidad imperiosa debido al cúmulo de corrientes que ahora existen en el seno de la Iglesia y que afectan de una u otra manera, la vida interna de la misma, sin olvidar el aspecto litúrgico que es la parte más espiritual que la Iglesia como Cuerpo vive y Celebra.

En este recorrido por el templo exploraremos y conoceremos todo acerda de la liturgia, e interrogantes como los siguientes podemos responder y muchos mas.



CONOCES QUE ES LITURGIA?

SABES POR QUE EL SACERDOTE USA VARIOS VESTIDOS?

CREES QUE LA LITURGIA ES UN TEATRO?

CREES EN LOS SACRAMENTOS Y LOS SIGNOS?

CONOCES ORACIONES LITURGICAS?

CONOCES LOS ELEMENTOS EUCARISTICOS Y DEL MINISTRO?

INTRODUCCION





DEFINICIÓN DE LITURGIA

La palabra LITURGIA viene de un vocablo GRIEGO (leitourgia) originalmente el término indicaba la obra, la acción o la iniciativa tomada libre y personalmente por una persona privada (individuo o familia) en favor del pueblo, del barrio, de la ciudad o del Estado. Con el paso del tiempo se traducía por SERVICIO PUBLICO, "Obra pública", se empleaba para designar cualquier oficio o servicio civil o militar destinado al bien común. (Leiton -de leitos: público- ergon -acto, acción, hecho, realidad, por oposición a las apariencias o a las palabras- = acción, servicio público). Por tanto el único medio para comprender verdaderamente la liturgia es tomar personalmente, parte en esa acción con el conjunto de fieles, vivirla, ser liturgo, es decir ejercer el ministerio del culto. La acción Litúrgica es la de toda la asamblea que representa al pueblo de Dios, en las dimensiones de su estructura jerárquica, según la imagen del "Unico Gran Sacerdote", el Señor Jesucristo y conforme a los preceptos que ha dado a todos los discípulos. Recordemos que todo cristiano es iniciado y ungido por el Bautismo a la dignidad de miembro de la "comunidad Sacerdotal" (Cfr. 1P. 2,9) una de cuyas funciones principales es precisamente la acción Litúrgica. Es legítimo y fructífero discernir la forma y el contenido a saber: Los Ritos y el sentido. De aquí el estudio de las rúbricas y la TEOLOGIA LITURGICA. Los análisis de la FORMA y del FONDO de la liturgia constituyen lo que se llama LA LITURGICA. Esta misma no es capaz, por sí misma de agotar el sentido completo de la Liturgia. Porque la Liturgia moviliza todas las facultades del hombre, tanto psicosomáticas como espirituales, y porque la Liturgia no se agota en las Rúbricas, ni en su Teología, éstos son solamente medios del ejercicio y llegan a ser Liturgia en la medida en que son realizados oportunamente por aquello y por aquellos a los cual han sido instituidos: LA COMUNICACION DEL MISTERIO DE SALVACION. Se trata de una obra espiritual: relación entre el Creador y el hombre, la Liturgia es un punto de convergencia entre dos teologías, la "especulativa" y la "mística". Entre el Absoluto que se revela condescendiendo y la criatura que se ilumina Elevándose.
En la traducción Griega del AT llamada de los LXX, Liturgia indicaba siempre, sin excepción el servicio religioso hecho por los Levitas a Yahvé primero en la TIENDA y luego en el TEMPLO DE JERUSALEN. Era un culto público, distinto del privado, a éste en la traducción de los LXX se refería principalmente con los términos de LATRIA o DULIA.
La Liturgia es ante todo MISTERIO y ORACION, es decir VIDA TEANTROPICA y OPERACION SACRAMENTAL. El objeto de la Liturgia es poner en práctica el misterio revelado de Cristo: la ECONOMIA de Salvación, que tiende hacia la deificación, es decir, en fin de cuentas, LA ENTRADA EN EL REINO DE DIOS. El modo OPERATIVO de la Liturgia es concretamente aquel que consiste en PARTICIPAR EN EL MISTERIO. La liturgia le recibe y le confiesa en sus diversos aspectos, que van desde la Creación hasta la Encarnación y la Redención en el Reino. Ella pide que el Misterio se realice para cada uno de los Miembros de la asamblea de la acción litúrgica, para el conjunto de la Iglesia y para el Universo. Ella conmemora, contempla y reactualiza las etapas de la revelación y de la economía de la Salvación, así como los testigos de ésta (los Santos, las Fiestas del Señor y de la Santísima Virgen María). Ella bendice y santifica a los hombres y a las cosas, al espacio y al tiempo. Ella proclama la Palabra Divina, hace aparecer la enseñanza; medita ésta y exhorta a los participantes a cumplir con los preceptos. Ella se une a la alabanza y a la oración de los Seres incorporales, une el cielo y la tierra haciendo descender aquél y subir a ésta; exorciza los demonios. Ella une a Dios y al hombre.
A través de su Liturgia, la Iglesia realiza lo que ella es en devenir (el ya pero todavía no): el Cuerpo de Cristo y el Templo del Espíritu Santo; y anticipa lo que será después la Parusía: la Jerusalén celeste, la morada de Dios con los hombres. Estas funciones de Humilde súplica y de mira grandiosa se reducen a dos actos esenciales: LA ORACION Y EL SACRAMENTO. Toda oración es sacramental incluso cuando no forma parte de un sacramento en sentido estricto; es una afirmación y una invocación del Misterio de la Santísima Trinidad y de sus manifestaciones divinas o divinas-humanas (teantrópicas). Y todo sacramento es la realización de oraciones, puesto que es el efecto de una condescendencia pedida a Dios, es el Sacramento una realización del Misterio.
La Liturgia es por tanto MISTERICA POR NATURALEZA.

Así la Liturgia es esencialmente una COMUNICACION entre Dios y el hombre, que tiende a su comunión, KOINONIA. Para realizarse, la oración y el Sacramento, utilizan, a semejanza del Mismo Creador, un medio privilegiado: LA PALABRA (sin demeritar otros medios, a saber: ornamento, perfume, incienso, gestos, el sonido, la música instrumental, el canto, etc). Esta PALABRA LITURGICA de la Iglesia se celebra mediante las SANTAS ESCRITURAS. La Liturgia no contiene nada de lo que la Iglesia no esté segura, -por esto mismo los "abusos personalistas e individualistas" son aberrantes ya que por lo mismo rompen la comunión con lo que la Iglesia celebra-. (Por ejemplo: si ella suplica que los pecados sean perdonados, es en virtud no de una vaga esperanza opuesta a un miedo menos vago, sino en virtud de la redención divina) (1Ts. 4,3; 1P. 1,16; Lv. 11,44-45; 19,2) Así la Liturgia NO DUDA NUNCA; glorifique o haga penitencia, ELLA AFIRMA. De Dios a través de Dios y en Dios. La Iglesia sabe que esto es posible porque Dios hizo al hombre y llama al Hombre a hacerse dios. Dios quiere que la imagen sea conforme al Arquetipo. (Ef. 1,23; Col. 3,11; 1Cor. 15,28).

Algunos nos han ofrecido algunas definiciones de Liturgia, como aquel que dice que Liturgia es simplemente EL CULTO DE LA IGLESIA. Ya que de la Iglesia reside el carácter público y comunitario en el sentido de que la Iglesia por ser en el mundo la continuación de Cristo, ofrece ese culto enteramente especial y perfecto que Cristo dio al Padre en su vida terrena. La Iglesia una comunidad visiblemente reunida en torno de CRISTO. (Ver nota) (Ver nota).

La liturgia se presenta también como MISTERIO, cuyos componentes esenciales son:


1. La existencia de un acontecimiento primordial de Salvación.


2. La presencia del mismo acontecimiento por medio de un rito.


3. Gracias a su presencia ritual cada hombre en cada tiempo actúa como propio el acontecimiento primordial de salvación.


Misterio: como el Misterio de Cristo y de la Iglesia. La liturgia es la acción ritual de la obra salvífica de Cristo, o sea, es la presencia, bajo el velo de símbolos de la obra salvífica de la Redención.

Es imposible seguir adelante sin mencionar el documento "MEDIATOR DEI" de Pío XII, en el cual al tiempo que se insiste con energía en la fidelidad a las formas tradicionales se hace una llamada sobre el valor normativo obligatorio de las disposiciones disciplinarias en materia de culto. Para este documento la Liturgia no es otra cosa que: <>, En ella los signos sensibles significan y realizan la santificación del hombre, y así el Cuerpo Místico de Jesucristo, es decir la Cabeza y sus miembros, ejerce el culto público íntegro, <> (Cfr. MD. 527ss). "in Christo... divini cultos nobis est indita plenitudo" (El culto perfecto que Cristo tributó, en su humanidad, al Padre, definido como "CULTO DADO EN PLENITUD" (SC. 5) La Liturgia es el ejercicio de la obra Sacerdotal de Cristo a través de signos significativos y eficaces de allí que la Liturgia revista naturaleza y función Sacramental. Los ritos simbólicos son lo que para Cristo era su humanidad, ahora con la mediación del rito se le comunica, para que se asocie a El, a toda la humanidad redimida.

Por esto decimos que Jesús es el Sumo y Eterno Sacerdote, ya que Cristo con su Sacerdocio no celebró propiamente una liturgia sino que ofreció al Padre un culto en verdad. En Cristo, el Sacerdocio es en el momento en que Jesús llevandoal plano del OBRAR la unión de la humanidad con la divinidad realizada en el plano del SER por la encarnación, da culto al Padre uniendo perfectamente la voluntad propia a la del Padre. De este modo la MEDIACION que Cristo realiza entre el hombre y Dios por la unión de las naturalezas se convierte en MEDIACION SACERDOTAL porque en el culto propio lleva a Dios el culto de toda la humanidad, haciéndose así "camino nuevo y viviente" que permite a todos el acceso al Padre (Cfr. Hbr. 10,19-20). En éste culto se realiza PLENAMENTE LA IDENTIFICACION DEL OFERENTE CON LA OFRENDA. Cristo era Sacerdote viviendo el ofrecimiento de sí mismo al Padre.

El otro Sacerdocio es una función/encargo por el que quien está investido del mismo tiene el poder de interpretar y expresar autoritativamente en formas rituales externas el sentimiento religioso de adoración del pueblo.

Super resumiendo y buscando una definición de Liturgia, buscada en SC. y luego de haber comprendido lo anteriormente expuesto en este documento, podemos decir:


"La Liturgia es una acción sagrada a través de la cual, con un rito, en la Iglesia y mediante la Iglesia, se ejerce y continúa la obra Sacerdotal de Cristo, es decir, la santificación de los hombres y la glorificación de Dios". (Cfr. SC. 2; 5; 6; 7; 10)

La liturgia es pues la función santificadora y cultual de toda la iglesia, esposa y cuerpo sacerdotal del Verbo encarnado, para continuar en el tiempo la Obra de Cristo para continuar en el tiempo la obra de Cristo por medio de los signos que lo hacen presente hasta su venida.

Es muy importante que tengamos presente (Cfr. S.C. Rituum, Instructio de musica sacra et sacra liturgia, de 3-IX-1958) que se debe HABLAR DE ACCIONES LITURGICAS Y EJERCICIOS PIADOSOS:

"Son acciones litúrgicas sólo aquellos actos sagrados que, por institución de Jesucristo o de la Iglesia y en su nombre, son realizados por personas legítimamente designadas para este fin, en conformidad con los libros litúrgicos aprobados por la Santa Sede, para dar a Dios, a los santos y a los beatos el culto que les es debido; las demás acciones sagradas que se realizan en una iglesia o fuera de ella, con o sin Sacerdote que las presencia o las dirija, se llaman EJERCICIOS PIADOSOS".




CARACTERISTICAS ESENCIALES DE LA LITURGIA

1. TEOCENTRICA:
Dios es el centro, el término, a El se rinde todo honor y gloria. La Iglesia continúa la Obra de Jesucristo de Glorificar a Dios.

2. CRISTOCENTRICA:
Cristo es el camino para ir al Padre es el "Mediador de la Nueva Alianza". "Por Cristo Nuestro Señor".

3. ECLESIAL:
El Sacerdocio de Cristo, está encomendado a la Iglesia. Toda acción Litúrgica, por ser de Cristo, es Eclesial. La Iglesia es el Sacramento del encuentro con Cristo. Cfr. Jn. 16,7; Puebla 922;

4. SANTIFICADORA Y CULTUAL:
Glorifica al hombre y lo santifica, por obra del Espíritu Santo.

5. JERARQUICA:
Orgánica, no todos los miembros tienen las mismas funciones.

6. SACRAMENTAL:
Pertenece al orden de los "Signos", lo visible nos lleva a lo invisible. Cristo es Sacramento del Padre y la Iglesia es sacramento, manifestación de Cristo. SIGNO es la unión de un SIGNIFICANTE y de un SIGNIFICADO. O sea que el signo es toda realidad que nos lleva al conocimiento de otra (una bandera blanca es signo de la paz). El principal signo o sacramento de encuentro con Dios, es JESUCRISTO mismo. (Hbr. 1,1; Gal. 4,4; Col. 1,15; Jn. 14, 8-10) (Para conocer al Padre, basta conocerlo a El)

7. INTERNA EXTERNA:
Los signos externos expresan realidades interna.

8. MEMORIAL:
Presencia y anuncio. Actualiza los hechos salvíficos del pasado y nos proyecta hacia lo definitivo, hacia el cielo. ANAMNESIS, actualización de un hecho pasado, de presencialización o presentización de un hecho pretérito. Aquello que sobrevive al pasado en cierto núcleo de su propia realidad, de allí que sea esencialmente santificadora (no es recuerdo, evocación o una conmemoración subjetiva).

9. BIBLICA:
Lo anunciado en los Libros Santos, se actualiza continuamente en la Liturgia. La Palabra tiene valor en sí misma porque es siempre Palabra viva y eficaz e interpela al hombre.

10. ANTROPOLÓGICA:
Tiene que encarnarse en los hombres de hoy. El hombre es sacramento de Dios y de Cristo Cfr. Gn. 1,26; Todo hombre es signo visible de Dios. Cfr. Puebla 306, Mt. 25,49; Hc, 9,4 (2)

11. DIDÁCTICA:
Con la pedagogía de los signos, nos educa en la fe.

12. ES PARA SER VIVIDA:
Es el encuentro de la Comunidad con el Señor Resucitado.

Lo esencial de la Liturgia es "CELEBRAR" y celebrar es "FESTEJAR" y festejar es vivir intensamente y con "ALEGRIA". La Iglesia Celebra, festeja los acontecimientos y las interrelaciones de la Historia de Salvación con ritos comunitarios y oficiales que llamamos Liturgia. Festeja, sobre todo, en los actos de esos ritos el acontecimiento supremo de la Salvación de Dios en y por Cristo, que comprende sus palabras, sus gestos, sus signos salvíficos, el acontecimiento supremo salvador de su MUERTE/RESURRECCION. El documento SC. 7, que sitúa la Liturgia dentro de la historia de la Salvación, nos ofrece una definición:

"La presencia sacramental de la obra redentora del Padre por Cristo en la Iglesia y por la Iglesia en cuanto Pueblo de Dios y Pueblo de Cristo" o totalidad de los Bautizados.

La Obra Redentora por Dios en Cristo y por Cristo, y la Iglesia que la vive pasiva y activamente, constituyen las dos realidades integrantes de la Liturgia: la realidad Trascendental y la existencial. Se insiste en la línea ascendente de la Liturgia, es decir su referencia a Dios. -alabanza, adoración, culto, servicio divino-. Las Constituciones Conciliares "Lumen Gentium" sobre la Iglesia y "Gaudium et Spes" han ensanchado nuevos horizontes para la Liturgia. Así la Liturgia ha de mirar primero al hombre. Ha de ser una Liturgia del hombre y para el hombre. El Vaticano II asocia en la Liturgia la Glorificación de Dios y la Santificación del hombre (SC. 7, 10, 61, 122). Una santificación en sentido pleno no excluida su promoción humana. Oigamos otra definición de Liturgia:

"La celebración por el pueblo de Dios, asociado a Cristo, de la Historia de la Salvación, a modo de misterio en acción, actualizando sus hechos y significado mediante signos y símbolos, en orden a continuar aquellos hechos y proyectarlos al mundo, como una experiencia Pascual" (3)

Cuando hablamos de misterio (éste tema será profundizado en otro capítulo) digamos algo sencillo; no es la concepción escolástica la que vamos a tener presente ("verdad revelada inasequible a la inteligencia humana"). En la Biblia y en la Liturgia, que de aquella toma el lenguaje, lo decimos mejor de un acontecimiento o una realidad material que vehicula salvación de Dios.

La Liturgia es acción porque se presencializa y actualiza el Misterio. Todo acto litúrgico es acción simbólica. En él se RE-PRESENTA (actuación donde se tiene que saber actuar, drama, arte que se aprende) el hecho salvífico en su interna dinámica santificadora. Unas veces es iluminación, otras purificación, ya banquete de intercomunión, ya perdón y paz, consagración ministerial, temor y esperanza ante la enfermedad y la muerte, liberación de tensiones y esclavitudes. Todo centrado en la dinámica del Misterio Pascual. De allí que el ACTOR o SUJETO visible de la Liturgia es la IGLESIA, como Pueblo de Dios comunitario, aunque jerárquicamente constituido, y con función sacerdotal. La Iglesia toda ella Santa y Pecadora, y por tanto necesitada de la Gracia salvadora. Su función Sacerdotal la tiene de Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote, y en unión con El la desempeña. En El y con El da gloria al Padre. Sin embargo estemos atentos al decir que ella no es la única que oficia, ya que EN ELLA actúan el Padre Celestial, Jesucristo, el Espíritu Santo y, en parte, la Iglesia trascendente. (considera presente a la Iglesia glorificada)

EL PADRE CELESTIAL:

Preside. Invisible e irrepresentable, pero preside en actitud de Don, porque la Liturgia revive la Historia de la Salvación; de llamada, de acogida porque a él se dirige todo acto litúrgico incluso el que parece honrar a los Santos y a la Virgen María; Por esto no se celebra una Liturgia especial al Padre, porque todo culto cristiano va ofrendado a El, como principio fontal de toda la Economía Soteriológica, como fin último de la misma, así como de todo el orden cósmico.

LA PRESENCIA DE CRISTO:

Presencia de Protección y Presencia de actuación. Es el Oficiante principal como SUMO SACERDOTE (Hbr. 8,1-21). Aunque con frecuencia es el objeto del culto Litúrgico. Siempre es sujeto oficiante. Liturgo primario y eminente, preside invisiblemente/visible representado por personas y símbolos como supremo Liturgo. "Por El tenemos acceso al Padre" (EF. 2,1; Hbr. 7,25, Hbr. 8,1-6) y "por medio de El ofrecemos la Acción de Gracias a Dios" (Col. 3, 17). La Liturgia lo contempla siempre como MEDIADOR (1Tm. 2,5). Es el CONTACTUS VIRTUTIS (evoca la idea de contacto que puede ser físico o espiritual) de nuestros teólogos o presencia dinámica.

EL ESPÍRITU SANTO:
Oficiante también, unido siempre a Cristo, actúa en la Liturgia con presencia dinámica, como santificador -"Señor y Dador de vida"- continuador y activador de la salvación de Jesús a través de los ritos. (Rm. 5,5). Se le invoca junto al Padre y el Hijo, al iniciarse todo acto ritual, en la doxología trinitaria al fin de los salmos, cánticos e himnos, y en la EPICLESIS de la Plegaria Eucarística.

La Liturgia es entonces también el "Lugar de COMUNION" del Pueblo de Dios con Cristo y con la humanidad redimida por El. "La Liturgia es la FUENTE de donde dimana toda la actividad de la Iglesia y, al mismo tiempo, la fuente de donde dimana toda su fuerza" (SC. 10, 13). De ahí la supremacía de los actos litúrgicos sobre los que no lo son: oración privada, devociones piadosas de individuos o de asociaciones de grupos, (y en esto si que falta evangelizar a nuestras gentes: rezan Rosarios mientras se celebra la Eucaristía; rezan el viacrucis un Jueves Santo, por dar algunos ejemplos).

Establecida la excelencia y la supremacía de la Liturgia, ha de notarse que no agota ella toda la actividad de la Iglesia, ni la vida espiritual de los cristianos ha de limitarse a la participación en la Liturgia. "El cristiano, llamado a orar en común, debe, no obstante, entrar también en su cuarto para orar al Padre en secreto" (Mt. 6.6; 1Tes. 5,17; SC. 12)

"Toda celebración litúrgica, por ser obra de Cristo sacerdote y de su Cuerpo, que es la Iglesia, es acción sagrada por excelencia, cuya eficacia, con el mismo título y en el mismo grado, no la iguala ninguna otra acción de la Iglesia" (SC. 7).

Es justo y necesario que nos familiaricemos con los números 1066 - 1690 del Catecismos de la Iglesia Católica que dedica su segunda parte a la "Celebración del Misterio Cristiano" En ella aparece la liturgia como obra del Dios Trino, que nos comunica la Gracia de la Pascua, y por otra, como obra de la comunidad cristiana, presidida y animada por sus ministros, en las diversas celebraciones.

Es bueno que cuando nos refiramos a la liturgia como ciencia digamos "LITURGICA" -o sea la ciencia, el conocimiento y la enseñanza de la celebración litúrgica, con su teología, su historia, su pastoral- para distinguirla de la LITURGIA como hecho mistérico de Celebración.

QUE HERMOSOS SON SOBRE LOS MONTES, LOS PIES DEL MENSAJERO QUE ANUNCIA LA PAZ, LA SALVACIÓN, LA JUSTICIA.


LOS SACRAMENTOS




Sacramento: signo sensible y eficaz de la Gracia.
La materia: El signo sensible, determinable
Materia remota: el propio signo sensible usado en la acción sacramental.
Materia Próxima: el empleo que se da, durante la acción sacramental, a la materia remota.
La forma: O sea el elemento determinante. Constituida por las palabras comúnmente denominadas FÓRMULA.

Para la administración válida y lícita de los sacramentos se requiere que la materia y la forma sean:
1. Ciertamente válidas.
NO ES LICITO USAR MATERIA O FORMA SIMPLEMENTE PROBABLES.




2. Moralmente unidas.
- Aplicadas por el mismo ministro.
- Aplicadas al mismo sujeto
- Aplicadas al mismo tiempo.
3. La aplicación de la forma debe ser oral.

EL MINISTRO DE LOS SACRAMENTOS:

Ministro es aquella persona que, en nombre de Cristo, realiza la acción sacramental, o sea, aplica a la materia la forma.
Diversos tipos de ministros:
1. Por Causalidad:
A. Ministro principal:
Es siempre el mismo Cristo.
B. Ministro secundario: Es la persona física, ordenada o no según los casos.

2. Por encargo recibido:
A. Ministro Ordinario: Obra en virtud del poder del Orden.
B. Ministro Extraordinario: No actúa en poder del Orden, y necesita una licencia para conferir el sacramento.

REQUISITOS EN EL MINISTRO:

 No se requiere el estado de gracia
 ¿se exige la fe del ministro?
 Poder recibido de Cristo, por medio del Bautismo o de la Ordenación.
 Intención de hacer, lo que la iglesia hace.

La INTENCION

Es el acto positivo de la voluntad, por medio del cual el hombre determina la finalidad de su acción Es necesariamente un acto interno, pero que de ordinario se expresa exteriormente a través de signos. La persona, no obstante, puede disociar el signo exterior del acto interno. Cuando ello se da, podemos y debemos cuestionar la validez del ritmo.

 INTENCION ACTUAL: Es el modo de obrar en el que la voluntad del agente está volcada, de hecho, hacia la acción que ejecuta.

 INTENCION VIRTUAL: Es el modo de obrar en el cual el agente efectúa, de hecho, un acto de voluntad, dirigido al fin que pretendía, sin haberlo revocado posteriormente. Con todo por falta de atención, carece de conciencia clara de la motivación real de la acción que está realizando.

 INTENCION HABITUAL: Es el modo de obrar en el cual el agente efectúa, de hecho, un acto de voluntad, dirigido al fin que pretendía, sin haberlo revocado subsiguientemente. Con todo, el agente no comenzó a obrar bajo el influjo de este acto.

 INTENCION INTERPRETATIVA: No es una verdadera intención, ya que es un modo de obrar en el que el agente nunca llegó a poner un acto de voluntad dirigido al fin de la acción en cuestión.

ALGUNAS NORMAS SOBRE LA INTENCIÓN
DEL MINISTRO

 De hacer lo que la Iglesia hace
 Lo ideal que tenga la intención actual
 Se requiere intención virtual
 No basta ni la intención habitual, ni mucho menos la interpretativa
 La intención debe ser determinada en cuanto a su objeto
 La condición de pretérito o de presente, por su misma naturaleza, no es incompatible con la intención auténtica y determinada.
 La condición de futuro torna nulo el sacramento.

SIMULACION y DISIMULACION
El hombre es capaz de disociar la acción exterior de la intención interna

SIMULACION: Es la práctica de la acción sacramental exterior, con exclusión interna de la intención requerida o con el empleo consciente de una materia o una forma inválidas, con la finalidad explícita de engañar a una o a varias personas.

DISIMULACION: Es la práctica de una acción similar a la acción sacramental, pero sin intención suficiente, sin materia o sin formas aptas y en tales circunstancias que se pueda prever que el destinatario de la acción referida no será llevado a engaño.

OBLIGACIONES DEL MINISTRO EN LA ADMINISTRACION DE LOS SACRAMENTOS

1. La obligación de administrar los sacramentos
2. La obligación de negar los sacramentos.
2.1 Los incapaces
2.2 Indignos (no idóneos)







LAS VESTIDURAS LITURGICAS Y SUS COLORES

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Hay que tomar conciencia del vestido, el vestido es un tipo de LENGUAJE que revela algo del que lo lleva. Hay vestidos adecuados para cada finalidad, para cada tipo de actividad o función que ejercemos: hay ropa común, de diario, y de fiesta, incluso existe la ropa llamada dominguera (cuando se trata de ropa para ir a la Iglesia. Cosa muy acentuada sobre todo en algunas regiones). Tenemos ropa de trabajo y ropa para estar en casa. En fin ropa para todas las ocasiones. (hay incluso quienes guardan en sus roperos la ropa con que desean ser enterrados).

El tipo de ropa para el trabajo muchas veces indica nuestro GRUPO SOCIAL y el TIPO DE SERVICIO que hacemos: el overol del obrero, la bata del médico, el uniforme del policía, el del estudiante, el del bombero, el vestido clerical del sacerdote, el hábito del religioso, etc. nos indican que pertenecemos a determinado cuerpo colectivo. Muchas veces se lleva adelante o atrás el logotipo de la firma donde trabajamos, el nombre de la Institución en la que estudiamos, el emblema de nuestro equipo de futbol, traemos la marca en la ropa, podemos decir que la misma ropa NOS MARCA. (o lo que pretendemos ser o lo que los otros quieren que seamos). Al mismo tiempo imprime en cada uno de nosotros una marca. Es como si la ropa marcase nuestro cuerpo, nuestra mente, nuestra alma, nuestro espíritu. SOMOS LO QUE VESTIMOS. Quien ha trabajado en dramas o en teatro, sabe que el vestido nos ayuda a asumir nuestro personaje. Nos ayuda a "TRANSFORMARNOS". Si, la ropa tiene que ver con la identidad de la gente. Si no, que lo digan los presos. (sobre todo en algunos países, son obligados a dejar su propia ropa, pierden su libertad, y en cierto modo su personalidad). Desnudar a alguien puede significar quitarle la dignidad, el ejemplo vivo lo encontramos en la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo, y en la Estación del Viacrucis que hace alusión a este hecho.

VESTIR una determinada ropa significa asumir la personalidad correspondiente, significa asumir una identidad. Por esto se afirma con pasión "defender la camiseta", en el sentido de asumir una causa.

En las Sagradas Escrituras encontramos el manto ligado a la función del rey o a la misión del profeta. Así por ejemplo el Profeta Agías rasgó el propio manto en doce partes para significar la división del reino de Salomón después de su muerte (1Re. 11,29-32). El profeta Elías dejó su manto a Eliseo, pasándole así su misión y su poder de Profeta (1Re. 19,19ss; 2Re 2,14ss).

El manto puede ser señal de la propia persona, de la propia vida, como en el caso de los oficiales que cubrieron con sus mantos las gradas por donde iba a pasar Jehú, el nuevo Rey de Israel, significando con esto que se ponían a su disposición, bajo sus órdenes. Muchas personas hicieron lo mismo cuando Jesús hizo su entrada Triunfal a Jerusalén (Mc. 11,8). Y en el Evangelio de Juan el mismo Jesús se quitó el manto para lavar los pies de los discípulos y luego se lo volvió a poner. NO se trata de un gesto ordinario, banal; es señal de que su vida está a punto de ser entregada a la muerte de cruz para recuperarla en la resurrección (Jn. 13,3 y 12; Cfr. 10,17)
Así no es de extrañar que en la Liturgia el vestido tenga su importancia, tanto para los ministros como para todo el pueblo que celebra. El vestido mejor que nos ponemos para ir a la Celebración (en esto nos dan ejemplo los del Camino Neocatecumenal), puede ser un recuerdo de la vestidura nueva, (vestidura blanca) que recibimos el día de nuestro bautismo, como señal de nuestra pertenencia a Jesucristo.
Durante mucho tiempo la vestidura litúrgica fue monopolio del Clero (y del grupo de monaguillos, que eran considerados semilleros de futuras vocaciones), ahora existe un miedo de "vestir" a los Ministros (especialmente a los Laicos: lectores, acólitos), porque se cree que ésta vestidura separa a los Ministros de los demás, haciendo que aparezcan como una extensión del Clero; esta mentalidad es propia de quienes consideran que la vestidura Litúrgica tiene una connotación de poder. Sólo el que vestía el Alba o la Casulla "podía" mezclarse con lo sagrado.
En realidad hoy percibimos que el sentido de la Vestidura -si expresa poder o servicio-, depende de quien lo ejerce y de cómo se ejerce ese ministerio. Luego, si determinados ministros empiezan a usar también una vestidura litúrgica, de acuerdo con su función, esto puede ser una expresión de la valorización de estos ministerios ejercidos por los Laicos: lectores, acólitos, ministros del Bautismo, animadores del canto... Puede ser una expresión de una Iglesia que reconoce, agradecida, la diversidad de dones, carismas y ministerios. Y la mayor diversidad de modelos y de colores en las vestiduras revela una sabia y hace mucho tiempo esperada evolución en dirección a la inculturación.
Es una ley cultural, que tiene su fuerza pedagógica, el llevar especiales vestidos para especiales ocasiones. El vestido diferencia a las personas y a las circunstancias (luto, bodas, fiesta, etc.) El vestido apunta a la naturaleza del misterio que celebramos. Una Misa en la que el que Preside no se viste de modo especial, "valdría" igual; pero ciertamente sería una celebración muy poco digna y poco expresiva de lo que la comunidad cristiana entiende de la Eucaristía. El vestido quiere expresar que lo que se hace allí no es meramente un dialogo entre amigos, sino una "Celebración" eclesial. No es el caso de absolutizar la importancia de un vestido o de otro. Jesús criticó duramente a los fariseos y sacerdotes de su tiempo por la idolatría en que habían caído en relación a pequeños detalles, entre ellos el vestido. Pero el otro extremo sería el descuidar la función que tanto en la vida como, sobre todo, en la celebración cristiana pueden tener las formas de vestir, sobre todo cuando se trata de los Ministros que actúan en ella.
Los Ministros se revisten en la Celebración cristiana porque:
"En la Iglesia que es el Cuerpo de Cristo, no todos los miembros desempeñan un mismo oficio. Esta diversidad de ministerios se manifiesta en el desarrollo del sagrado culto por la diversidad de las vestiduras sagradas, que, por consiguiente, deben constituir un distintivo propio del oficio que desempeña cada Ministro. Por otro lado estas vestiduras deben contribuír al decoro de la misma acción sagrada" (IGMR 297) (y ayudan a entender el misterio que celebramos).
Entonces estas vestiduras DISTINGUEN LAS DIFERENTES CATEGORIAS DE LOS MINISTROS. Es apenas obvio que el Obispo, por la plenitud del ministerio que tiene en la comunidad cristiana, signifique con algún distintivo su identidad: Báculo (pastor de una grey), la Cruz Pectoral, el Solideo, la Mitra... Es lógico que el que PRESIDE la Eucaristía (Presbítero u Obispo), en nombre de Cristo, se revista de un modo determinado, que ha venido a ser CON LA CASULLA. Aclaremos que estas vestiduras no están pensadas para separar a los Ministros de la Comunidad cristiana que celebra la Eucaristía, es "pueblo Sacerdotal", con una dignidad radicalmente igual, que le viene del Bautismo. No son estos vestidos signos de poder o de superioridad. Son unos signos simbólicamente eficaces, que recuerdan a todos que ahora no están actuando como personas particulares en su oración o en su predicación sino como ministros de Cristo y de la Iglesia. Que están actuando "In persona Christi" y también "in persona Ecclesiae". Se distingue, pero sin separar.

Las vestiduras litúrgicas sirven también para ayudar al decoro, a la estética festiva de la celebración y por supuesto para manifestar la famosa Koinonía. No se trata de hacer ostentación de riqueza, sino de mostrar, por el mismo modo exterior de actuar, el aprecio que se tiene a lo que celebramos.
Los fieles cristianos han acentuado con vestidos diferentes la solemnidad o las características de lo que celebran: matrimonio, el bautismo (imposición de la vestidura blanca), éste último refleja el nuevo estado del cristiano, es un estado de gracia, de "revestimiento" de Cristo. (Gal. 3,26; Rom. 13,14). Su dignidad y el don de la nueva vida en Cristo, se significan oportunamente con un vestido blanco. En este caso el vestido quiere ayudar a entender la profundidad del Sacramento del bautismo. (Ap. 7,9; Ap. 19,9).

UN POCO DE HISTORIA

Son los Ministros, especialmente el Presidente de la Celebración, los que tradicionalmente se revisten con atuendos especiales en el ejercicio de su ministerio. Ya en la liturgia de los judíos se concedía importancia -a veces exagerada- a los vestidos de los celebrantes. Se veía en ellos un signo del caracter sagrado de su acción, de la gloria poderosa de Dios y de la calidad de sus ministros. (Cfr. Ecclo. 50,11).

Sobre como fue apareciendo el vestido especial como distintivo de los actos litúrgicos, hubo sus controversias, como las que actualmente existen; por ejemplo el Papa San Celestino I del Siglo V en una carta a los Obispos de las Provincias de Vienna y Narbona se quejaba porque algunos Presbíteros hayan introducido vestidos especiales, decía:


"¿Porqué introducir distinciones en el hábito,
si ha sido tradición que no?.
Nos tenemos que distinguir de los demás por la
doctrina, no por el vestido;
por la conducta, no por el hábito; por la pureza
de mente, no por los aderezos exteriores"


En los primeros siglos no aparece que los ministros cristianos significaran tal condición con vestidos especiales o diferentes lo cierto era que lo hacían con vestidos normales de fiesta, con las túnicas grecorromanas largas. Y poco a poco se dió una evolución: se estilizaron los hábitos normales hasta adquirir una identidad de vestidos litúrgicos. Con ello a la vez se denotaba el caracter diferente de la actividad celebrativa, la distinción de los Ministros y el tono festivo de la Celebración. Se buscaba una pedagogía para el culto sagrado y se deseaba que, en la vida normal, no hubiera ninguna distinción entre los Ministros y los demás fieles. (Así el año 530 del Papa Esteban prohibía a los Sacerdotes ir vestidos de forma especial fuera de la iglesia y lo mismo San Gregorio Magno). Fue a partir del Siglo IX cuando se "sacralizó" con mayor fuerza el tema de los vestidos, buscándoles un sentido más bien alegórico, interpretando cada uno de ellos en sentido moral (el alba indicaba la pureza, la Casulla el yugo suave de Cristo) o como referencia a la Pasión de Cristo o como imitación de los Sacerdotes del A.T. Y a la vez se empezó a bendecir los ornamentos y a prescribir unas oraciones para el momento de revestirlos. En rigor hay que decir que los actuales vestidos litúrgicos son herencia de los trajes normales de los primeros siglos; cuando en la vida profana se dejaron de usar, se determinó seguir usándolos en el culto porque se veía la pedagogía expresiva que podían tener para entender mejor el papel de los ministros y la naturaleza de la celebración.

Ultimamente diversos Episcopados, ateniéndose a la flexibilidad que el mismo Misal sugiere (IGMR 304), han pedido y obtenido de roma un reajuste en el vestido litúrgico del que preside la Eucaristía, con una solución que tiende a unificar la Casulla, el Alba y la Estola (Argentina, Brasil, Canadá, Filipinas, Francia...)

Unas leyes que hoy están presididas por la sencillez, por la dignidad en la belleza, sin ampulosidad, pero también sin tacañería, de modo que exista autenticidad también en este signo: Unos verdaderos vestidos, nobles y dignos, que favorezcan el aprecio a la misma celebración y el ejercicio del ministerio de los Ministros.

Nos ayudan a entender el misterio que celebramos porque expresan elocuentemente que estos ministros están animando una celebración sagrada, se está teniendo una verdadera experiencia sacramental de la gracia de Cristo, un encuentro con el Cristo presente en su Palabra, en su Eucaristía, en la misma comunidad reunida en su nombre. Y esta acción misteriosa y sagrada se realiza con signos exteriores diversos de los ordinarios. Expresan pedagógicamente la dignidad de la acción sagrada, "ambientan" el encuentro con Dios, siguen recordando a los ministros su papel de tales en este encuentro misterioso. En una Liturgia llena de palabras, tenemos que dejar hablar a los SIGNOS.

Recordemos que los vestidos litúrgicos se derivan del traje civil greco-romano. Las pinturas de las catacumban dan un feaciente testimonio de esto. El vestido de las Celebraciones Litúrgicas no se diferenciaba en nada del vestido civil. Y esto continúo durante mucho tiempo incluso después de la Paz Constantiniana. Cuando en Occidente, al final del siglo VI, se cambia el vestido al estilo de los Bárbaros invasores, se reservó el antiguo para el uso litúrgico y eclesiástico. La Iglesia conminó para que se mantuviesen sin alteración alguna los vestidos antiguos, y ese es el origen de que exista para la liturgia un vestido especial. Un ulterior desarrollo y transformación sufrió el vestuario litúrgico en la época Carolingia, durante la cual los vestidos propios de cada una de las órdenes, a excepción de la casulla, así como las insignias episcopales, salvo la mitra, quedaron determinadas hasta la forma en que hoy se conservan, últimamente con algunos reajustes propios de la moda y de la época. Fue en este periódo donde se perfecciona el atuendo del Obispo (cáligas -sandalias o zapatos de todos los colores litúrgicos-, guantes, anillos, mitra, sobrepelliz, incluso se introduce la Capa Pluvial). Es durante esta época que crece exhorbitantemente el prestigio de la casta Episcopal, lo que se expresaba en la riqueza de la indumentaria. Y también donde se determina el cómo se deben vestir los Acólitos, los subdiáconos (con una tunicela en forma de dalmática y su manípulo, propio de los subdiáconos), los diáconos.


EL ALBA:

En el traje usado por los romanos en tiempo del Imperio hay que distinguir el vestido interior y el exterior. El vestido interior, prescindiendo de la faja lumbar y calzones cortos, lo constituía esencialmente la TUNICA, vestido amplio en forma de camisa, más bien corta en un principio, sin mangas y atada con dos cintas que la sostenían sobre los hombros, más tarde en el siglo IV fue con mangas hasta las muñecas y larga hasta los talones. (tunica talaris et manicata) Era de hilo blanco o de color blanco., de ahí el nombre de ALBA que recibió en la Edad Media. Se adornaba con dos galones purpúreos (clavi), más o menos anchos según la dignidad de la persona, que descendían paralelos por la parte delantera. Dentro de casa se dejaba caer suelta, pero en público se ceñía al cuerpo con un cinturón y se levantaba un poco por delante para mayor comodidad al andar.

Es la antigua túnica talar de los griegos y romanos. Como vestido ya completamente litúrgico se menciona ya en el Concilio de Narbona del 598, Siglo V. A partir del siglo X se adornó con un franja alrededor en su parte inferior y en las bocamangas, en el siglo XV aparecieron los encajes. Hoy se busca la sencillez. SIGNIFICA la PUREZA, según se expresaba con toda claridad en la oración que el Sacerdote decía al vestírsela para celebrar la misa.


EL CINGULO:

Entre los antiguos era el complemento imprescindible de la Túnica, al menos para salir a la calle. No siempre ha tenido la forma de cordón. Hasta el siglo XV fué muy general la forma de faja, que se adornaba con bordados, piedras preciosas, láminas de oro y plata. SIMBOLIZA la mortificación que debe ceñir a nuestro cuerpo para la guarda de la preciosa virtud de la castidad.


LA DALMATICA:

Introducida por Cómodo (+192), era una especie de túnica para llevarse sobre la talar, diversa de ésta por ser bastante más corta (hasta las rodillas) suelta y provista de unas mangas más anchas que no pasaban del codo (siglos II - III). Se usaba mucho como vestido de paseo, llevaba como adorno dos listas o claves purpúreas, que caían perpendicularmente por delante; a veces se adornaba con dibujos en forma de palmas (túnica palmata) o de circulitos rojos, a modo de estrellas, dentro de anillos. Provenía de Dalmacia y se convirtió en el vestido propio de Senadores y de otras personas distinguidas. Muy pronto pasó al uso Cristiano: en las catacumbas se ven figuras de "orantes" con dalmática. A partir del siglo IV se hizo característica de los Obispos y luego de los diáconos. En algunas regiones se conserva que los Obispos visten la dalmática debajo de la Casulla. La Dalmática aparece como vestido litúrgico en un fresco del siglo III en las catacumbas de Priscila. El fresco representa la consagración de una virgen, realizada por un Obispo (acaso el mismo Papa) vestido de Dalmática y Pénula. En el siglo siguiente el LIBER PONTIFICALIS la recuerda como un distintivo de honor concedido a los diáconos romanos por el Papa Silvestre (314-335). En tiempo de los Carolingios, empero, al imponerse en las Galias la Liturgia Romana, la Dalmática aparece como de uso bastante común a pesar de que los Papas continuaban entregándola como un privilegio. Se fue acortando desde el siglo XI y hacia el siglo XII se comenzó a abrirla por los costados, en el siglo XVI se rasgaron incluso las dos mangas atando luego los bordes con cintas.


LA CASULLA:


Procede de la antigua PENULA ROMANA o del FELONION GRIEGO (ésta era un vestido de lana pesado, en forma redonda, cerrado por todas partes y provisto de una capucha -cucullus-; con un orificio en el centro para introducir la cabeza, para levantar las manos era preciso levantar de los lados los bordes y hecharlos sobre los brazos y los hombros por esto se le llamó CASULLA (o casa pequeña). Se usó en el invierno y luego se le fue adornando incluso para las fiestas hasta llegar a alcanzar un puesto privilegiado entre los Senadores Romanos y los círculos patricios. En el culto se usó desde los primeros tiempos. Ya en el siglo II aparece en una pintura de las Catacumbas. Como vestido específicamente litúrgico aparece en primer lugar en el seudo Germán de París. En España en el Concilio IV de Toledo (633). Según el Ordo I. "El Papa, al llegar a la Iglesia estacional, se reviste de los ornamentos sagrados, el último de los cuales es la Casulla".

Durante siglos conservó la Casulla su forma amplia, noble y elegante. Pero tal forma tenía el inconveniente de impedir el movimiento de los brazos, más si la tela era pesada y rica (como sucedió en el Imperio Carolingio). Por esto en el Siglo X-XI, se la comienza a recortar por delante en forma redonda, como el vestido sacerdotal de los griegos, o más comúnmente en forma de ángulo, lo cual resultaba antiestética. Sucesivamente fue tomando diferentes formas: de Campana, de elipsis, en el siglo XI se le comenzó a recortar por los lados y llegó a la figura conocida en los siglos XVII-XX con el ingnominioso nombre de GUITARRA, con la protesta de algunos como San Carlos Borromeo.
Ahora vemos el florecer de la CASULLA (Greco-romana y no gótica, como algunos pretendieron confundir), siendo adalides de ésta paises como Alemania e Inglaterra a mediados del siglo XX y no con buenos ojos por parte de Roma. El 20 de agosto de 1957 la Sagrada Congregación de Ritos deja al arbitrio de los Ordinarios el que éste estilo de Casulla vuelva a resurgir en el seno de la Iglesia. La decoración de ésta ha variado con el tiempo, hoy se prefieren sobrias, y si se adornan suele hacerse con signos eminentemente litúrgicos (aunque no sobran las que aparecen con imágenes de Jesús -bajo sus diferentes advocaciones- o de la Santísima Virgen María)
La Casulla es la que caracteriza al que preside la Eucaristía y las celebraciones unidas a ella (IGMR 299). Los concelebrantes en principio son invitados también a revestirse de casulla, pero se permite que por motivos razonables puedan vestir sólo Alba y Estola (IGMR 161). Es de desear que la Casulla del que Preside sea diferente en dignidad y decoro de las que usan los que Concelebran.
La Casulla simboliza la CARIDAD y la dimensión Sacerdotal de quien la usa. Lo mismo que significa el yugo del Señor.

LA ESTOLA:
Su origen es bastante oscuro. Por una parte parece que se deriva del paño sudario llamado ORARIUM entre los griegos, que servía para limpiarse el sudor, y por otra , en la iglesia siempre aparece como signo de honor y de dignidad; así lo considera el canon 22 y 23 del Concilio de Laodicea, hacia la mitad del siglo IV, con respecto a los diáconos, quienes ya entonces la llevaban en el hombro izquierdo pero sin ceñir.
El Concilio de Braga del año 675 prescribió que los sacerdotes la llevasen cruzada en el pecho. Para diferenciarlo del Obispo que la dejaba sobre sus hombros y caía libremente sobre su pecho hasta más abajo de las rodillas.

En Roma se encuentran los primeros testimonios en el siglo XI, (hacia el año 800). Según el Ordo Romanus IX, los diáconos y Sacerdotes recibían el día de su Ordenación un ORARION que había sido colocado la noche anterior sobre la tumba de San Pedro. La ESTOLA simboliza la inmortalidad y el yugo del Señor.

EL PALIO:

De proveniencia griega, era el traje de los filosófos, el que llevaron Jesús y los Apóstoles por lo cual Tertuliano hizo un particular elogio de esta prenda. Consistía en un paño rectangular de lana, tres veces más largo que ancho, que se ponía echando una tercera parte sobre el hombro izquierdo, de forma que esa parte cayese por delante del brazo izquierdo; los otros dos tercios se pasaban por la espalda, recogiendo lo restante la mano derecha y volviéndolo a hechar sobre el hombro izquierdo. En el siglo IV el Palio se cambió por la Pénula, la cual era más cómoda. En Africa, muy especialmente se usó la LACERNA después del siglo I, ésta era un mantillo corto, a manera de esclavina, abierto por delante, que se echaba sobre los hombros y las espaldas y se sujetaba sobre el pecho por medio de la lígula, pieza de paño o de cuero con dos botones o también con una correílla. San Cipriano se la puso en el momento del martirio. Parecido a esta prenda era el BYRRUS, con la diferencia que ésta tenía capucha (de uso muy frecuente en Africa). El Palio poco a poco se fue reduciendo alcanzando las dimensiones que hoy tiene, una cinta de lana blanca, en forma de collarín , que lleva adosada seis cruces de seda negra, que utilizan los Arzobispos Metropolitanos encima de la Casulla, y que prenden a ella con alfileres normalmente lujosos.

"En el plazo de tres meses a partir de la consagración episcopal, o desde la Provisión canónica (Cfr. cc. 146, 147. Es un acto jurídico de naturaleza administrativa por el que se dota de titular a un oficio erigido), si ya hubiera sido consagrado, el METROP0LITANO, (preside la Provincia -Cfr. 431- el Metropolitano, que es a su vez Arzobispo de la Diócesis que le fue encomendada -Cfr. 435-) personalmente o por medio de procurador, está obligado a pedir al ROMANO PONTIFICE el PALIO, que es signo de la potestad de la que, en comunión con la Iglesia Romana, se halla investido en su propia provincia.
El Metropolitano puede usar el Palio a tenor de las Leyes Litúrgicas, en todas las Iglesias de la Provincia Eclesiástica que preside, pero no fuera de ella, ni siquiera con el consentimiento del Obispo Diocesano". (Cfr. c. 437)

EL ROQUETE:

Llamado también camisia, alba romana, subta y en Alemania Sarcos, sarcotium, es una derivación del Alba que en la Edad Media llevaban los Eclesiásticos, y sobre la cual se colocaban el Alba propiamente dicha, para el uso litúrgico. En el Concilio IV de Letrán se recomienda a los Obispos que vistan incluso fuera de la iglesia SUPERINDUMENTA LINEA. Como hábito peculiar de los obispos y prelados seculares fué poco a poco conocido en todas partes, y más tarde sancionado en el Ceremonial de los Obispos, Con los privilegios obvios concedidos después a los Cabildos.

(Cfr. c. 503 "El Cabildo de canónigos, catedralicio o colegial, es un colegio de Sacerdotes, al que corresponde celebrar las funciones litúrgicas más solemnes en la iglesia catedral o en la Colegiata; compete además al cabildo Catedralicio cumplir aquellos oficios que el Derecho o el Obispo diocesano le encomiendan")

LA CAPA PLUVIAL:

En los países meridionales de Europa a partir del siglo IX se llamó pluviale, o mejor pluvialis; en cambio en los pueblos del norte se le llamó simplemente CAPPA. Tiene su origen en la antigua LACERNA o BIRRUS, convenientemente alargada hasta debajo de las rodillas. Fue en su época una capa con su capucho (cucullus) que llevaban en los días solemnes los miembros más conspicuos de las comunidades Monásticas y especialmente los principales cantores. En el Siglo XI la capa pluvial era ya de uso general. El cucullos se reemplazó por un pedazo de tela de corte triangular para darle decoración a manera de cuello, que se fue agrandando a partir del siglo XIV. El broche asumió una importancia ornamental característica. La hornamentación de la capa consistía en una AURIFRISIUM bastante ancho de tal manera que una vez colocada cayese por delante como dos columnas verticales. Normalmente esta capa es de uso SACERDOTAL que se usa en: rezos solemnes, Te Deum, Procesiones, (-de ramos-) bendición de la Pila bautismal, en el rezo a los difuntos. Con esta CAPA están en relación el MANTUM PAPAL, de color rojo, que desde el siglo XI constituía juntamente con la Tiara, las insignias características de la dignidad Pontificia, tal es así que tal imposición de la capa al nuevo Romano Pontífice, era de mucha importancia y solemnidad.

LA CAPPA MAGNA, es una prenda bastante amplia y provista de ancho capullo y cola bastante larga (cauda) Es de color rojo la de los Cardenales y viólacea la de los Obispos y Arzobispos (este vestido es muy común en la Ciudad del Vaticano).

LA MITRA:

Es cierto que los Obispos y Sacerdotes cristianos de los primeros siglos no usaron prenda alguna sobre la cabeza durante los servicios litúrgicos. (algo si muy difundido en el culto pagano). San Pablo había mandado que los hombres orasen descubiertos (1Cor.11,4). El Liber Ordinum de la Liturgia Mozárabe lo considera como uno de los ornamentos de la Abadesa. En la vida doméstica, tanto los hombres como las mujeres llevaban ordinariamente un gorro, de procedencia oriental, de forma semiesférica baja, llamado Pileus porque originariamente se hacía de fieltro. Probablemente de estos gorros nacieron la MITRA EPISCOPAL y la TIARA PONTIFICIA. El "CAMALAUCO" era un gorro bajo y redondo, de color blanco, aparece como ornamento papal en las monedas de Sergio III (904-911) y Benedicto V (974-983). A principios del siglo XI esta insignia litúrgica pontificia, el Papa comienza a concederla en privilegio a Obispos, Abades y Sacerdotes de fuera de Roma. Inocencio II la menciona ya como un distintivo ordinario del Obispo. Al principio fue un gorro blanco cónico achatado y bajo, luego se le fue haciendo un surco formado en el centro destacándose dos bultos prominentes laterales (CORNUA). Por razón de estética a los dos cuernos o picos se les hizo girar de modo que no se alzaran sobre las sienes, sino sobre la nuca y la frente. (aproximadamente desde el 1150ss). Las dos franjas pequeñas que desde un principio llevó la mitra colgando por detrás o por los lados es vestigio de una usanza del tiempo, sugerida por la necesidad de sujetarla al mentón. Hoy se les llama "INFULAS". Clemente IV fue el primero que en 1266 reglamentó el uso de la Mitra Abacial.

IMPOSICION DE LA MITRA. (después de la entrega del anillo), el que preside impone en silencio la mitra al Ordenado. -Pontifical Pg. 76-. En el Número 60 del Ceremonial de Obispos se lee:

"El Obispo usa la Mitra de ordinario, cuando está sentado, cuando hace la homilía, cuando saluda, cuando habla o hace las moniciones, cuando bendice solemnemente al pueblo, cuando realiza gestos sacramentales, en las procesiones. El Obispo no usa la Mitra: Para las preces introductorias, las oraciones, la oración universal, la Plegaria Eucarística, la lectura del Evangelio, para los himnos (si se cantan estando de pie) en las procesiones en las cuales se lleva el Santísimo Sacramento o las Reliquias de la Santa Cruz del Señor, y en presencia del Santísimo Sacramento expuesto".

EL BACULO:

(Baculus, pedum, farula, cambuta) La mención más antigua como insignia litúrgica de los Obispos y Abades es quizá la que se contiene en el Liber Ordinem español, que se remonta por lo menos al siglo VII. Luego alude a él el canon 28 del Concilio IV de Toledo (633). San Isidoro de Sevilla (+636) ve en el Báculo un símbolo de la autoridad Episcopal. Las primeras representaciones del Báculo no son anteriores al Siglo VIII. La forma más antigua del báculo era la de un asta de madera, rematada en una bola o en una cruz, como se ve en un famoso díptico de Monza, también terminada en un pequeño travesaño horizontal de hueso o de marfil, a modo de Tau griega, por lo cual se le dió el nombre Tau a esta clase de báculos. En el siglo XIII terminaban en forma de espiral en donde se esculpían el Cordero Crucífero o el Arcangel San Miguel contra el Dragón, pero al final de ese mismo siglo los báculos fueron adornados de estatuillas, de una riqueza extraordinaria. Incluso se llegó a colgar del báculo una especie de Sudarium a modo de pañuelo ricamente adornado (como respeto al prelado que lo empuñara y que su sudor no lo ensuciara) -ya podemos darnos cuenta de donde surgió el manto que llevan los PORTA
INSIGNIAS, de las Celebraciones con Obispo-.

En la Consagración Episcopal, al entregar el Báculo Pastoral al Ordenado se dice:

"Recibe el Báculo, signo de tu oficio Pastoral, y cuida de toda tu grey, porque el Espíritu Santo te ha constituido Obispo, para que apacientes la Iglesia de Dios". (Pontifical Pag. 76)
El Obispo puede usar el báculo en las Ceremonias que presida en el territorio de su Diócesis, más no por fuera de ella, sin el consentimiento del Obispo del Lugar (Ceremonial de los Obispos N.59) Y en éste mismo número se dice:
"Cuando varios Obispos están presentes en la misma celebración, sólo el Obispo que preside, lo usa. El Obispo usa el Báculo con la curvatura dirigida hacia el Pueblo o sea vuelta ante sí. El Obispo lo usa de ordinario en la procesión, para escuchar la lectura del Evangelio, para hacer la homilía, para recibir los votos, las promesas o la profesión de fe, y para bendecir a las personas a no ser que tenga que hacer la imposición de las manos"


EL ANILLO:
En España el anillo pastoral, símbolo de los desposorios místicos entre el Obispo y su iglesia, formaba parte de las insignias episcopales ya a principio del siglo VII. El Concilio IV de Toledo (633) y San Isidoro de Sevilla lo mencionan expresamente. El uso del anillo, más que por razones simbólicas, parece que se introdujo para que el Obispo pudiera autenticar sus propios actos (como una especie de sello). En el siglo IX ya el anillo era de uso general entre los Obispos. El Obispo normalmente lo lleva en el anular derecho. El Papa usa el famoso "anillo del pescador" para sellar sus documentos. Es de oro y lleva grabada la imagen de San Pedro sobre una barca de pescador, en torno el nombre del Pontífice reinante. Se desconoce su origen y tal parece que el actual Pontífice no lo usa. En el Ritual de la Consagración de un Obispo, al entregarle el anillo se le dice:
"Recibe este anillo, signo de fidelidad
y permanece fiel a la Iglesia, esposa santa de Dios"

El Ceremonial de los Obispos N. 58, dice que debe llevarlo siempre el Obispo.


LA CRUZ PECTORAL:

Parece que tiene su origen en la ENCOLPIA, que era una especie de amuleto que usaban los antiguos cristianos sobre el pecho. Estas eran láminas de metal muy delgadas y frecuentement en forma de cruz que contenían reliquias de mártires o cosas santas, sentencias del Evangelio, invocaciones de Dios, o trocitos de la vera Cruz. Como ornamento Litúrgico del Papa aparece mencionada la primera vez por Inocencio III, quien hace observar que la llevaba sobre el pecho. Pero en su tiempo era ya casi de uso general por parte de los Obispos. (El Ceremonial de los Obispos en los Números 61 y 62 nos dice:

"La CRUZ PECTORAL se usa debajo de la casulla o de la dalmática o del pluvial; en cambio, se usa sobre la muceta. El Arzobispo residencial que haya recibido ya del Romano Pontífice el Palio, lo lleva sobre la casulla, dentro del territorio de su jurisdicción, cuando celebra la MISA ESTACIONAL, o por lo menos con gran solemnidad, cuando hace las Ordenaciones")


LOS COLORES LITURGICOS:

En los primeros siglos cristianos no se halla rastro de colores litúrgicos propiamente dichos. Lo cierto es que hubo una variedad de colores que eran señal de las tendencias místico-simbólicas. El primero que trató con cierta amplitud de los colores litúrgicos y dió normas en esta materia fue Inocencio III (+1216) en su "De Sacro altaris Mysterio". Dice que eran cinco los colores usados por la Iglesia de Roma: blanco, rojo, verde, negro y morado. El negro y el morado se consideraron siempre afines. En atención a su riqueza, está permitido el uso de ornamentos con trama de oro (tela de oro) en substitución del color blanco, verde y rojo y no así del morado. Por el año de 1864 se concedió a todas las Iglesias de España el uso del Color Azul en las Fiestas de la Santísima Virgen María.

EL BLANCO:

Es el color más adecuado para celebrar:
-La Navidad y la Epifanía
-La Pascua en toda su cincuentena
-Las fiestas de Cristo y de la Virgen a no ser que por su cercanía al misterio de la cruz se indique el uso del rojo.
-Las fiestas de ángeles y Santos que nos sean Mártires.

El Blanco aparece como el color privilegiado de la celebración cristiana. Se utiliza también para la Unción y para el Viático.

EL ROJO:

Es el color elegido:
-En la Celebración del Domingo de Pasión (Ramos) y el Viernes Santo.
-En Pentecostés (fuego, vida)
-Exaltación de la Santa Cruz.
-Fiesta de los Apóstoles Evangelistas y Mártires (Por su cercanía ejemplar y testimonial a la Pascua de Cristo).
-La Confirmación (se puede celebrar con vestiduras rojas o blancas)

EL VERDE:
Es el color del Tiempo Ordinario. Esas 34 semanas en las que no se celebra un Misterio concreto de Cristo, sino el conjunto de la Historia de la Salvación y sobre todo el Misterio Semanal del DOMINGO como el DIA DEL SEÑOR. Color de Paz, de serenidad, de esperanza. Frutos que se exigen de este tiempo Ordinario.

EL MORADO:

Con todo lo que apunta de discreción, de penitencia, y a veces de dolor, es el color con que se distingue la Celebración del Adviento y la Cuaresma así como las Celebraciones penitenciales y las exequias cristianas.

EL COLOR ROSA:

Que nunca había cuajado en la Historia de la Liturgia, queda como posible. Se señala para los domingo que marcan EL ECUADOR del Adviento y de la Cuaresma: El Domingo "GAUDETE" (tercero de adviento) y "LAETARE" (cuarto de Cuaresma). Seguramente se ha debido a la pedagogía de un tiempo que ha llegado a su mitad y quiere adelantar de alguna manera con un color sorprendente (y flores y música), la meta festiva que sigue.

EL AZUL:
Es un color privilegiado para celebrar la Solemnidad de la Inmaculada. Aunque en el Misal Romano no aparezca.

Una fiesta. Una idea, un acontecimiento celebrado, puede expresarse también y puede suscitar actitudes de fe a través de ese signo del color, suponiendo que ha sido elegido precisamente en consonancia con lo que es la identidad más propia de una celebración. Según el Misal, queda abierta la práctica para una evolución (IGMR 302); siempre es la misma finalidad, que los diversos elementos que se emplean en la liturgia sirvan para una celebración más consciente y profunda de un Misterio. No importa tanto el color con que se celebra SINO SUBRAYAR LA IMPORTANCIA DE UNA FIESTA. Piénsese por ejemplo en que la FIESTA DE SAN JOSE, cae normalmente en CUARESMA, pero es importantísimo celebrarla de color Blanco. En el Bautimos de niños se pide el color festivo, celebrativo: Blanco, dorado, amarillo.


“El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la Vida Eterna”

LA SEDE, EL ALTAR Y EL AMBOM



LA SEDE PRESIDENCIAL


Se llama CATHEDRA, la silla eminentemente reservada al Obispo cuando preside la ASAMBLEA LITURGICA, para el Presbítero se llama SEDE PRESIDENCIAL. Sabemos que las Cátedras usadas por los Apóstoles y por los primeros Obispos eran conservadas celosamente y por una facil deducción habían llegado a ser símbolo perenne de una autoridad y de un magisterio superior. En Roma, en efecto, la cátedra de San Pedro fué en seguida objeto de culto litúrgico dirigido a su suprema autoridad paternal. Desde el siglo II se presenta a Cristo sentado en su Cátedra rodeado de los Apóstoles enseñándoles. Más tarde la sola cátedra, vacía o coronada por una cruz, se convierte en el símbolo de la divinidad. Desde la Cátedra el Obispo predica, notaba San Agustín que desde allí se veía todo, allí se sentía realmente Obispo, inspector y guardían de todo su pueblo (Cfr. Augus. Sermo 94,5). Este concepto ha sido tenido en tan alta estima que existió la CEREMONIA DE LA ENTRONIZACION del OBISPO, esta posesión simbólica significaba la designación de manera explícita a los fieles de su pastor, maestro y gran sacerdote. Hoy el puesto de la Cátedra se prefiere al lado derecho del Altar. De allí que la Iglesia donde el Obispo tiene su Cátedra se llame Catedral. Es por tanto la más importante (Iglesia Mayor) Es el centro espiritual de la Diócesis porque designa el lugar donde el Obispo reside, donde gobierna, donde celebra, donde enseña, donde a través de las Ordenaciones, provee y renueva las filas del clero.
La Liturgia es "el manantial y la cumbre" de la actividad eclesial porque es la forma como hoy Cristo, cabeza de la Iglesia ejerce su sacerdocio junto con ella, su cuerpo. La Eucaristía es a su vez el centro de la Liturgia "manantial y cumbre", "raíz y quicio" de la Iglesia, porque es la principal presencia de Cristo en su comunidad. En la Celebración Eucarística Cristo está presente en varias formas que se interrelacionan y complementan: "Cristo está presente en el Sacrificio de la Misa... en la persona del Ministro" (Cfr. SC. 7). Esta acción del presidente de la celebración que actúa "IN PERSONA IPSIUS CHRISTI CAPITIS" ("en la persona del mismo Cristo, Cabeza") se expresa de distintos modos: entre otros, en las vestiduras y el lugar que ocupa.
Su origen lo podemos históricamente encontrar en referencias que hacían a ello: San Ignacio de Antioquía, en la Didascalia de los Apóstoles (Cfr. Capt. 57. 2-4), y algunos pretenden encontrarla en la lectura de Apc. 4-8. La sede tiene así una importancia radical, desde ella "el Sacerdote celebrante dice la homilía, de pie, o sentado, o desde el ambón" (IGMR n. 26). La sede debe significar el MINISTERIO CAPITAL DE CRISTO.

LOS "PECADOS" CONTRA LA SEDE:

-Fue convertida en un trono bajo dosel, (IGMR n. 271 "evítese toda apariencia de trono")

-Se le tripicó en razón de las "Misas Cantadas" donde había Preste, Diácono y Subdiácono.

-La consideraron lugar de "descanso" por tanto no la colocaban de frente a las gentes sino de perfil.

-Se la vulgarizó, una silla entre otras tantas.
-NO se diferencia de la de los demás celebrantes. (aunque haya muchos concelebrantes de la misma dignidad de Orden, uno sólo es el que preside IN PERSONA IPSIUS CHRISTI CAPITIS).
-O han colocado una banca en la que caben varias personas.
-Está mal colocada. Si se coloca detrás del Altar debe quedar más alta para que se vea el que Preside. No se debe colocar DELANTE del Altar (lo cual daña la dignididad céntrica de la "mesa de la Cena del Señor y de su Sacrificio") (Cfr. IGMR 271)
-Es de "quita y pon" (aunque no se esté en uso, la sede simboliza la presencia de Cristo Pastor y Jefe de su pueblo, como el Altar y el Ambón simbolizan respectivamente a Cristo Sacerdote y a Cristo Profeta).
-NO HAY. Se ha perdido su importancia simbólica.
-NO SE USA. (o todo lo hacen desde el Altar o todo lo hacen desde el Ambón).
-Otros presidentes de celebración, más absurdamente, van a sentarse entre el pueblo. Olvidándose de su Ministerio de hacer VISIBLE a Cristo, SIRVIENDO a la comunidad en el MINISTERIO de la presidencia, expresado en un lugar especial llamado SEDE.


EL ALTAR

La Eucaristía es el centro del culto de la Iglesia, y el altar, el eje alrededor del cual gira toda su liturgia. Por eso, la Iglesia tributa al altar honores soberanos, como a símbolo de Cristo e imagen de aquel altar celeste en que, según las visiones del Apocalípsis (Apc. 5,6ss), Jesucristo perpetuamente sigue ejerciendo por nosotros las funciones de su Eterno Sacerdocio. (Cristo, único Sacerdote, altar y sacrificio, único mediador; también el Altar es el centro, la mesa a la cual se invita a toda la Iglesia a participar de ella). Parece que antiguamente el altar fue una de las mesas llamada trípodes que estaban en cualquier casa de los Patricios, a la cual fueron considerando como RES SACRA (cosa sagrada) por la sangre de Cristo.

El concilio de EPAON (517) prohibe los altares y sedes de madera, ya que los anticatólicos era lo que primero quemaban o destruían, y pasaron entonces a hacerlos de piedra, (atendiendo también la lectura de las Escrituras, según las cuales eran de piedra los altares erigidos por los Patriarcas Abraham, Isaac y Jacob), marmol o materiales preciosos (especialmente en la paz de Constantino) (de esta manera querían evitar profanaciones) y se fijan de manera estable al suelo incluso llegan a asociarlo con la reliquia de los mártires.

De la mesa de madera se pasó al material sólido que consistían en una mesa de piedra casi cuadrada sostenida por una sola columna o por cuatro, cada una en un extremo; luego vino una totalmente en forma de cubo vacío donde se colocaban las reliquias de los mártires, después en forma de cubo macizo levantado sobre el sepulcro de un mártir. (esto último condujo a la búsqueda febril de reliquias de Mártires para la dedicación de nuevos altares). Ante la escases de reliquias de santos y de mártires se colocaron tres hostias consagradas, que luego fueron cambiadas por tres granos de incienso, pero en el siglo XIV se prohibió tal costumbre.

Para los antiguos cristianos el altar tenía una significación tal que era considerada una mesa santa, sin mancha, que no puede tocarla cualquiera, sino los sacerdotes y con circunspección religiosa (Cfr. S. GREGORIO NISENO, De anima et resurrect., 14). Por esto según la antigua disciplina nada podía colocarse sobre el altar que no sirviese directamente para el sacrificio. Por esto mismo la Iglesia ordenó que el Sacerdote y el diácono lo besaran (y antiguamente eran varios los besos que durante la celebración se le daban). Entonces la historia del Altar cambió con el tiempo y con la importancia que se dió al culto de los mártires, lo que llevó a colocarlo contra las paredes debido a los hermosos y ricos retablos que se edificaron para resaltar sus virtudes, de allí que el Sacerdote tuviera que celebrar la Eucaristía de espaldas al pueblo, con todos los inconvenientes que esto trajo. Hubo momentos en que se le adornó con los famosos Baldaquinos, especialmente en el tiempo de Constantino (como el construido por Miguel Angel en San Pedro en Roma). También existieron los Altares Sagrarios, colocándose encima de ellos el Sagrario que contenía el Santísimo. (Rezagos de esto se contemplan por ejemplo en el Santuario de Nuestra Señora del Milagro "El Topo" en Tunja). -Por decreto de la Congregación de Ritos, del 21 de agosto de 1863 se prohibió formalmente ésta forma de conservar la Eucaristía- y el Papa Benedicto XIV en su Constitución ACCEPIMUS (16 de julio de 1746) pedía declararla VIGENS DISCIPLINA. (1) La IGMR en los nn. 259, 262 y 263-267 resaltan el tema del Altar y dicen que éste preferentemente debe ser construido de PIEDRA NATURAL, es bien decir que se busca que sea inamovible, lo mismo que el Ambón y se puede extender esto a la Sede.

El altar también se suele decorar con un ANTIPENDIO o sea un velo o tela rica que cuelga por delante del altar. Sin embargo ahora no se nombra esto en los libros Litúrgicos, se busca preferentemente que nada obscureza lo que se celebra encima del Altar. En algunas de nuestras Iglesias se conservan las CANCELAS, una cerca baja que servía para separar el presbiterio de la nave central. Dividía el lugar reservado al clero del espacio propio de los fieles. En la Iglesia antigua eran rigurosísimas las normas que prohibían a los seglares, especialmente a las mujeres, el acceso al santuario. (Por ejemplo el Concilio de Laodicea -S. IV-). estas balaustradas se fueron enriqueciendo ostentosamente y dieron origen a las PERGOLAS, (llegaron a ser especies de columnas ricamente adornadas que hacían parte de las cancelas).

"El Señor Jesucristo, al instituir, bajo la forma de un banquete sacrificial, el memorial del sacrificio que iba a ofrecer al Padre en el ara de la cruz, santificó la mesa en la cual se reunirían los fieles para celebrar su Pascua, Así, pues, el altar es mesa de sacrificio y de convite en la que el Sacerdote, en representación de Cristo Señor, hace lo mismo que hizo el Señor en persona y encargó a los discípulos que hicieran en conmemoración suya..."

(Introducción a la dedicación de un altar)

"Es competencia del Obispo, a quien está encomendado el cuidado de la Iglesia particular, dedicar a Dios los nuevos altares levantados en su Diócesis... en circunstancias especialísimas puede dar un mandato especial para ello a un presbítero".

(Ceremonial de los Obispos Nn. 918ss)

No se deben colocar sobre el altar cuadros o reliquias de santos para la veneración de los fieles (op.cit. 921).

"Padre celestial, que quisiste atraer todas las cosas hacia tu Hijo, levantado en el altar de la cruz, infunde tu gracia celestial sobre quienes te dedicamos este altar, en el que NOS ALIMENTARAS PATERNALMENTE, cuando nos congreguemos EN LA UNIDAD, para que, con la gracia del Espíritu Santo, formemos un pueblo a ti consagrado. Por Nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos". AMEN.

(Pontifical. Para la dedicación de un Altar. Oración Colecta. Pag. 586)

Nota: Es importante leer la Instrucción General del Misal Romano

LITURGIA

EL AMBÓN:
UN LUGAR SIGNIFICATIVO EN LA ASAMBLEA

NOTA: sobre este Tema pueden consultar, entre otros, Revista VIDA PASTORAL. Año 30 No. 106 Abril/junio 2002

EL AMBÓN, UN LUGAR DE LA PALABRA:
LOS TESTIMONIOS DEL PASADO

E1 ambón, lugar desde el que, en la liturgia son pro¬clamadas las Escrituras, como es sabido, es descendiente directo de la tribuna desde la que se leen los libros santos en la sinagoga y como tal tiene su ante¬pasado y progenitor en la tribuna alta desde la que el sa¬cerdote Esdras, en el momento de la reconstrucción en tiempo del Gobernador Nehemías, leyó delante de todo el pueblo reunido el reencontrado libro de la Ley (Ne 8, 4).

Su nombre deriva del griego anabaino (subir en alto). Otros menos exactamente lo hacen derivar del latín ambio (rodear) porque se trata de una tribuna que rodea por to¬dos lados al lector.

Otros nombres latinos que ha tenido son pulpitum, suggestus, pluteus, pyrgus, ábsida, exedra y también auditorium, tribunal, dicterium, lectridum, legitorium, analogium: todos son nombres que mientras que indican la destinación a la proclamación de la Palabra, subrayan la altura del ambón.

Sabemos de ambones en las iglesias cristianas desde el s. IV, es decir, desde que terminadas las persecuciones, los cristianos pudieron organizar su propia vida litúrgica y construir lugares de culto.

El primer testimonio oficial viene del canon 15 del Conci¬lio de Laodicea, que en 371 habla de él como de un ele¬mento conocido de todos: de hecho, prohíbe subir a él cualquiera que no esté encargado oficialmente de la lec¬tura bíblica o del canto de los salmos en la liturgia.

Desde entonces, los testimonios se multiplican tanto en Oriente como en Occidente. Me limito a citar el de Grego¬rio de Tours, que, hablando de la basílica construida sobre el sepulcro de Cipriano dice: "el analogius sobre el cual se pone el libro para leer es maravilloso... está hecho de un solo bloque de mármol, se compone de un plano al que se sube por cuatro gradas, de una balustrada que lo circunda y de cuatro columnas que lo sostienen desde abajo, de he¬cho es un pulpito en el que pueden estar ocho personas". Y el de Víctor de Vita, que en la historia de las persecucio¬nes de los vándalos narra cómo un salmista fue traspasa¬do en la garganta por una flecha mientras cantaba el Aleluya desde el ambón.

El más célebre entre los ambones de la antigüedad es segu¬ramente el de la Basílica de Santa Sofía, en Constantinopla, del que Pablo Silenciario nos ha dejado una descripción:
"Este ambón consistía en una gran tribuna, alzada hacia el centro del edificio, bajo la cúpula. Su masa lo hacía parecer una torre deslumbrante por el fuego de innumerables piedras preciosas engastadas en los mármoles de los colo¬res más raros y espléndidos.

El ojo reposaba sobre superficies de plata y de marfil que contrastaban con el esplendor de los otros. Sobre el palco se erguía una logia revestida de láminas de oro". Tenía dos escaleras, una hacia Oriente, la otra hacia Occidente; tenía dos pisos: un palco inferior para las Escrituras, y uno su¬perior, sólo para el Evangelio. Sobre la logia había una cúpula coronada por la cruz. Desde el ambón hasta la so¬lea había un corredor con fino enrejado.

La época de oro de los ambones es entre los siglos VI-XII, que nos ha dejado magníficos monumentos que maravillan por su riqueza simbólica y su profundidad teológica. Des¬pués, al volverse cada vez menos importante e incompren¬sible la lectura de las Escrituras y con el debilitamiento de la centralidad del misterio pascual en la vida de la Iglesia y en la liturgia, y habiéndose separado la predicación de la Pala¬bra de Dios, proclamada en la celebración, el ambón fue gra¬dualmente sustituido por el púlpito, hasta que entre el final se deja a la contemplación de los turistas y de los conoce¬dores.

LA REFORMA LITÚRGICA: DEL REDESCUBRIMIENTO DE LA PALABRA
AL DEL AMBÓN

El movimiento litúrgico afirmado luego en el Concilio Va¬ticano II ha redescubierto la importancia de las Escrituras y de su proclamación en la liturgia, como lo atestiguan los esfuerzos realizados y las estratagemas inventadas en dis¬tintos países desde el comienzo del siglo hasta las víspe¬ras del Concilio para hacer inteligibles las lecturas bíblicas de la liturgia: grupos bíblicos, vigilias, misalitos y subsi¬dios varios, comentadores, paráfrasis, traducciones.

Su importancia no deriva sólo del hecho que de la Escritu¬ra se toman las lecturas que serán explicadas en la homilía y los salmos que serán cantados en la celebración, sino que de su fuerza y de su espíritu están permeadas las pre¬ces, las oraciones y los himnos, y de ella toman significa¬do las acciones y los gestos litúrgicos (SC 24).

Pero en primer lugar, del hecho que cuando en la liturgia se leen las Escrituras, Cristo está presente en su Iglesia (ib, 7), más aún, es Él mismo el que habla cuando se pro¬clama su Evangelio (ib. 33). Por esto el Concilio desea que la mesa de la Palabra de Dios en la liturgia, esté dispues¬ta de forma abundante, amplia, sabrosa (ib. 35), sobre todo en las misas (ib 51-52).

La Dei Verbum, además, una vez que afirma la estrecha relación entre las santas Escrituras y el Cuerpo de Cristo, las unas y el otro pan de vida, pone sobre el mismo plano la veneración con que siempre han sido rodeadas las Escrituras en la Iglesia y la tradicionalmente tributada al Cuerpo de Cristo en la Eucaristía (Dei Verbum, 21).

Esta toma de conciencia debía inevitablemente llevar al redescubrimiento del lugar de la proclamación de las Es¬crituras en el espacio litúrgico.

Prueba de ello es el itinerario de la reforma litúrgica, des¬de la instrucción ínter Oecumenid del 26 de septiembre de 1964, que se limita a prescribir: "Es conveniente que haya (en la Iglesia) un ambón, o ambones, para la proclamación de las sagradas lecturas. Que estén dispuestos de tal modo que el ministro pueda ser cómodamente visto y oído por los fieles" (n. 96), al Misal Romano de 1970.

Éste, en sus Praenonata, establece que el ambón no debe ser un simple facistol móvil, sino un lugar apto para la pro¬clamación, hacia el que converja la atención de los fieles, precisa que desde él sean proclamadas las lecturas, el salmo responsorial, el pregón pascual, y, eventualmente, la homilía y la oración universal, por la estrecha relación que tienen las lecturas, e indica a los ministros que regu-larmente pueden subir a él: el diácono, el lector, el salmista, pero no el cantor, el comentador y el animador del canto (1GMR 272).

Por último, la Introducción al Ordo Lectionum Missas, segunda edición de 1981, una vez afirmada la importancia de la Palabra en la celebración, que en ella tiene su fundamen¬to y de ella toma su fuerza -al punto que por ella la cele¬bración es un evento nuevo y enriquece la Palabra misma con una nueva eficaz interpretación (n. 3)- explica que el lugar de la proclamación de la Palabra, además de favore¬cer la escucha y la atención de los fieles, debe ser elevado, estable, bien cuidado, oportunamente decoroso, suficien¬temente espacioso, respondiendo a la dignidad de la Pa¬labra, de modo de hacer percibir, por su estructura y su forma, la relación existente entre la mesa de la Palabra de Dios y la del cuerpo de Cristo (ib. nn. 32-33).

EL AMBÓN: DE LA FUNCIÓN AL SÍMBOLO

Esto significa que, como todos los lugares, los objetos y las demás cosas destinados al culto, el ambón debe expre¬sar una realidad y significados que van más allá de la pura funcionalidad, aunque ésta sigue siendo ciertamente funda¬mental. La ritualidad con la que el hombre relaciona su vida con el mundo divino y recoge su irrupción, nunca es pura función utilitaria, sino gratuidad, poesía, belleza, expresión simbólica, signo y símbolo de realidades superiores. Ella no se agota en las palabras y en los gestos, sino que abarca materiales, formas, luces, colores, expresiones artísticas.

El significado que el ambón tiene en la liturgia deriva de la naturaleza de la Palabra que en él es proclamada. El ambón, como la tribuna de las sinagogas y la tribuna alta de madera desde la que el sacerdote Esdras leyó al pueblo el libro de la Ley descubierto, es el lugar de las Escrituras. Pero según la enseñanza del Señor, el día de la Resurrección otro; altura que anuncie el Monte de la antigua y nueva Ley y exprese la trascendencia de la Palabra que viene de lo alto, y exige, para ser acogida, que nos elevemos de los problemas y de las preocupaciones contingentes de cada día: son constantes que necesitan seguramente ser reinterpretadas y traducidas, pero que no pueden ser ignora¬das por los ambones de nuestras iglesias, si se quiere que la proclamación de la Palabra en la liturgia no sea una simple lectura de un texto sacro, sino una celebración del Verbo, luz y vida, por el cual todo ha sido hecho, que se hizo carne, levantó su tienda en medio de nosotros para relevarnos la gloria del Padre y llenarnos de la gracia y la verdad que están en Él, para darnos el poder de llegar a ser hijos de Dios y conducirnos, vencedor de la muerte, consigo al seno del Padre.

Escribe Crispino Valenciano, al concluir su estudio sobre el ambón en candelabro: "Una deculturación idéntica a aquella por la que el día del Señor" se hizo domingo del reposo semanal y del precepto festivo, ha dañado en mala forma el ambón, haciendo de él, ayer el pulpito de la pre¬dicación parenética, y hoy un facistol de la lectura ritual.
Es el proceso de la función que disminuye la estructura, y por lo mismo el signo que, alejado de todos sus compo¬nentes simbólicos, no logra hacer presente lo ausente: el significado no brota y la celebración se desvanece.

La actual reforma litúrgica ha tratado de reclutar el ambón; pero de hecho se ha aclimatado -junto a altares sin criterio y a bautisterios inexpresivos- horribles añadi¬dos que ni siquiera son funcionales; pueden ser funciona¬les solamente por los aparatos acústicos incorporados a ellos, que de los pulpitos construidos con buen gusto y buen sentido del siglo XVI en adelante sólo estructuran la insignificancia simbólica".

Si queremos recuperar el sentido de la celebración superan¬do el funcionalismo y el consumismo litúrgico que aflige a nuestra época, es necesario "reculturar" el ambón como lugar de la celebración de la Palabra, lugar del que viene ritualmente proclamado el Evangelio de la Resurrección ce¬lebrado en los sacramentos del Bautismo y de la Eucaristía, celebración él mismo de este misterio, preparado por los profetas, anunciado por los apóstoles, cantado por la Iglesia con las palabras de los salmistas, actuado en los sacra¬mentos pascuales.



EL ACTO HUMANO


















































































































































































ORACIONES SACERDOTALES



AMITO:
“Coloca, Señor, sobre mi cabeza el casco de la salvación para que pueda vencer los ataques del Demonio”

ALBA:
“Purifícame, Señor, y limpia mi corazón; para que purificado con la sangre del Cordero, merezca participar en las alegrías celestiales”.

CINGULO:
“Cíñeme, Señor, con el cíngulo de la pureza y apaga en mi cuerpo el ardor de la concupiscencia, para que permanezca siempre en mi la virtud de la continencia y la castidad”.

ESTOLA:
“Devuélveme, Señor, la estola de la inmortalidad que perdí por la desobediencia de mi primer padre, y si bien me acerco indignamente a celebrar los Sagrados Misterios, has que no obstante pueda gozar de las alegrías eternas”.

CASULLA:
“Señor, que dijiste: <> has que lleve esta Casulla de tal modo que alcance tu Gracia”
ASI SEA.

PREPARACION PARA LA MISA

1. ORACION DE SAN AMBROSIO

“Señor mío Jesucristo, yo pecador temeroso por no hallar méritos en mí, pero lleno de confianza en tu misericordiosa bondad, me acerco con reverencia al altar de tu Banquete. Pues tengo el corazón y el cuerpo manchados de innumerables crímenes y mi inteligencia y mi boca mal vigilados. Por eso, miserable, oprimido por la angustia, acudo a Ti, Oh Divinidad Santísima, Oh Tremenda Majestad, Fuente de misericordia y me apresuro a buscar la salud de mi alma bajo tu protección; y ya que no puedo mirarte como Juez, suspiro por tenerte como Salvador.

Te presento, Señor, mis llagas y te descubro mi vergüenza. Pues sé que grandes y muchos son mis pecados, por eso temo y sin embargo espero en tu misericordia, que es infinita.

Mírame con ojos de misericordia, Señor Jesucristo, Rey eterno, Dios y hombre, Crucificado por nosotros. Escúchame que espero en Ti; ten compasión de mí, que estoy lleno de miserias y pecados. Tú Fuente de misericordia que manas sin cesar.

Salve Víctima de salvación, ofrecida en la Cruz por mí y por todos los hombres. Salve, Sangre noble y preciosa, que brotando de las llagas de mi Señor Jesucristo Crucificado, lavas los pecados del mundo. Recuerda, Señor, a tu criatura redimida con tu Sangre. Me arrepiento de haber pecado y deseo enmendar mi vida.

Borra, Padre clementísimo, todas mis iniquidades y pecados, para que purificado en la mente y en el cuerpo, merezca dignamente celebrar este santo sacramento. Y concédeme que la comunión del Cuerpo y Sangre de tu Hijo, que indignamente me atrevo a recibir, sea remisión de mis pecados, purificación perfecta de mis delitos, destierro de mis malos pensamientos y regeneración de mis sentidos, eficacia saludable de obras que te agraden y defensa finísima contra las asechanzas de los enemigos de mi alma y de mi cuerpo”

AMEN

PREPARACION PARA LA MISA

2. ORACION DE SANTO TOMÁS DE AQUINO

“Dios todopoderoso y eterno, he aquí que llego al Sacramento de tu Unigénito, Hijo, mi Señor, Jesucristo, como enfermo al médico de la vida, como manchado a la fuente de la misericordia, como ciego a la luz de la eterna claridad, como pobre al Señor del cielo y tierra, como desvalido al Rey de la gloria.

Ruego, Padre a tu infinita bondad y misericordia, que tengas a bien sanar mi enfermedad, limpiar mis manchas, alumbrar mi ceguera, enriquecer mi pobreza, vestir mi desnudez, para que así pueda yo recibir el Pan de los Ángeles, al Rey de los Reyes y Señor que domina, con tanta reverencia y humildad, con tanta contrición y ternura, con tanta pureza y fe, con tal propósito e intención, como conviene para la salud de mi alma.

Padre bueno, concédeme, te ruego, recibir no sólo el Sacramento del Cuerpo y Sangre del Señor, sino también la gracia y virtud del Sacramento. Oh, Dios benignísimo, permíteme de tal manera recibir el Cuerpo de tu Unigénito Hijo, tomado de la Virgen María, que merezca ser incorporado a su Cuerpo Místico y contado entre sus miembros.

Oh Padre amantísimo, concédeme que logre contemplar cara a cara, por toda la eternidad a tu amadísimo Hijo, a quien ahora en mi vida mortal me propongo recibir oculto bajo el velo del Sacramento y que Contigo vive y reina por los siglos de los siglos”
AMÉN

PREPARACION PARA LA MISA

3. ORACION A LA SANTISIMA VIRGEN MARÍA

“Madre de piedad y misericordia, Santísima Virgen María, yo pecador indigno y miserable, me acojo a Ti con todo el afecto de mi corazón, implorando tu piedad para que a mí, y a todos los Sacerdotes que en este lugar, y en toda la Santa Iglesia, van a ofrecer el Santo Sacrificio , te dignes asistirnos con bondad, como acompañaste a tu Hijo dulcísimo en la Cruz, para que ayudado con la gracia, podamos ofrecer, en presencia de la Individua y Santa Trinidad, esta Hostia digna y aceptable.”


4. FORMULA DE LA INTENCION
“Tengo intención de celebrar esta Misa y de consagrar el Cuerpo y Sangre de nuestro Señor Cristo, según el Rito de la Santa Iglesia Romana, pàra alabanza de Dios Omnipotente y de toda la Santa Iglesia Triunfante, para mi bien y el de toda la Iglesia peregrina en la tierra, por todos aquellos que se han encomendado en mis oraciones, en general o en especial, por la paz y tranquilidad de la Santa Iglesia Romana.

El Señor omnipotente y misericordioso nos conceda alegría y paz, conversión y tiempo de verdadera penitencia, la gracia y el consuelo del Espíritu Santo y la perseverancia en el bien obrar”

ACCION DE GRACIAS DESPUÉS DE LA MISA

1. ORACIÓN DE SANTO TOMÁS DE AQUINO

“Gracias te doy, Señor Dios Padre todopoderoso, por los beneficios y señaladamente porque has querido admitirme a la participación del Sacratísimo Cuerpo de tu Unigénito Hijo. Suplícote, Padre clementísimo, que esta Sagrada Comunión no sea para mi alma ocasión de castigo, sino intercesión saludable para el perdón; sea armadura de mi fe, escudo de mi buena voluntad, muerte de todos mis vicios, exterminio de todos mis carnales apetitos y aumento de la caridad, paciencia y verdadera humildad y de todas las virtudes; sea perfecto sosiego de mi cuerpo y de mi espíritu, firme defensa contra todos los enemigos visibles e invisibles, perpetua unión Contigo solo, mi verdadero Dios y Señor, y sello feliz de mi dichosa muerte.

Y te ruego tengas por bien llevarme a mí, pecador, a aquel Convite inefable donte Tú con tu Hijo y el Espíritu Santo eres para tus Santos luz verdadera, satisfacción cumplida y gozo perdurable, dicha completa y felicidad perfecta. Por Jesucristo nuestro Señor”

AMEN

2. OBLACION DE SÍ MISMO
“Tomad, Señor, y recibid toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento y toda mi voluntad, todo mi haber y mi poseer. Tú me lo disteis, a Ti, Señor, lo torno; todo es vuestro, disponed a toda vuestra voluntad. Dadme vuestro amor y gracia que esto me basta”.

3. ORACIÓN A JESUCRISTO CRUCIFICADO
“Miradme, oh mi amado buen Jesús, postrado ante vuestra santísima presencia; os ruego con el mayor fervor imprimaís en mi corazón vivos sentimientos de fe, esperanza y caridad, verdadero dolor de mis pecados y propósito firmísimo de enmendarme; mientras que yo, con todo el amor y compasión de mi alma, voy considerando vuestras cinco llagas, teniendo presente aquello que dijo de Ti, oh buen Jesús, el santo profeta David: han taladrado mis manos y mis pies, y se pueden contar todos mis huesos (Sal. 21, 17)”

4. ORACION A LA SANTISIMA VIRGEN MARIA
“Oh María, Virgen y Madre Santísima, acabo de recibir a tu Hijo, Jesucristo, a quien en tu seno inmaculado engendraste, alimentaste y arrullaste en tus brazos maternales.

Vengo a Ti, con humildad y amor a pedirte que me enseñes a amarlo con un corazón como el tuyo y a ofrecerlo a la Trinidad Santísima en culto supremo de Latría, para honor y gloria y por todas mis necesidades y las del mundo entero.

Ruégote, pues, Madre piadosísima, que me obtengas el perdón de todos mis pecados, la gracia abundante de servir a Cristo con mayor fidelidad, de ahora en adelante, y el don de la perseverancia final, para que pueda alabarlo Contigo, por los siglos de los siglos”.




5. ORACION PARA PEDIR A DIOS TODAS LAS GRACIAS

-atribuida al Papa Clemente XI

“Creo, Señor, fortaleced mi fe; espero, Señor, asegurad mi esperanza, os amo, Señor inflamad mi amor, pésame, Señor, aumentadme mi arrepentimiento.

Os adoro como a primer principio, os deseo como a último fin, os alabo como a bienhechor perpetuo, os invoco como a defensor propicio.

Dirigidme con vuestra sabiduría, contenedme con vuestra clemencia, protegedme con vuestro poder.

Os ofrezco, Dios mío, mis pensamientos para pensar en Ti, mis palabras para hablar de Ti, mis obras para obrar según tu voluntad, mis trabajos para padecerlos por Ti.

Quiero lo que Tú quieres, lo quiero porque lo quieres, lo quiero como lo quieres, lo quiero en cuento lo quieres.

Os ruego, Señor, que alumbréis mi entendimiento, abraséis mi voluntad, purifiquéis mi cuerpo y santifiquéis mi alma.

Llore las iniquidades pasadas, rechace las tentaciones futuras, corrija las inclinaciones viciosas, cultive las virtudes que me son necesarias.

Concededme, Dios mío amor a Ti, odio a mí, celo del prójimo, desprecio del mundo.

Hazme obedecer a los superiores, atender a los inferiores, favorecer a los amigos, perdonar a los enemigos.

Venza el deleite con la mortificación, la avaricia con la largueza, la ira con la mansedumbre, la tibieza con el fervor.

Hazme prudente en los consejos, constante en los peligros, paciente en las adversidades, humilde en las prosperidades.

Haz, Señor, que sea en la oración fervoroso, en la comida sobrio, en el cumplimiento de mis deberes diligente, en los propósitos constante.

Concédeme que trabaje para alcanzar la santidad interior, modestia exterior, conducta edificante, proceder regulado. Que me aplique con diligencia a domar la naturaleza, a corresponder a la gracia, a guardar vuestra ley y merecer mi salvación.

Dadme a conocer, Dios mío, cuán frágil es lo terreno, cuán grande lo celestial y divino, cuán breve lo temporal, cuán duradero lo eterno.

Dadme que me prepare para la muerte, que tema el juicio, que evite el infierno y que obtenga la gloria del paraíso. Por Jesucristo nuestro Señor”

“AQUI ESTOY SEÑOR
PARA HACER TU VOLUNTAD”